Jardín Infinito. A propósito del Bosco

El próximo martes 5 de julio se presenta en el Museo Nacional del Prado la videoinstalación «Jardín Infinito», obra de Álvaro Perdices y Andrés Sanz, en la parte visual, con música compuesta ex profeso para la pieza por Javier Adán y Santiago Rapallo.

El primer objetivo  era crear una pieza musical envolvente, que ahondara en el carácter inmersivo de la obra visual, pero que al mismo tiempo tuviera entidad propia, que no fuera un mero paisaje sonoro en el que situar al espectador mientras contempla las imágenes. El reto era crear una composición que aportara una capa más de significado, que fuera sugerente y expresiva.

En este sentido, la música, al igual que la imagen, tiene un carácter narrativo, y marcadamente cinematográfico en algunos momentos. Así pues, aparecen personajes que tienen su propio leit motiv musical (Cristo o El Hombre Árbol, por ejemplo), e incluso colores o texturas que aparecen siempre asociadas a un determinado sonido.

La música está articulada en torno a tres grandes bloques temáticos: el origen (la creación del mundo, la naturaleza), el infierno y los cuerpos (sexualidad y sensualidad). Cada uno de estos grandes bloques se divide a su vez en varias escenas, cada una de ellas con carácter propio, y con una música específica. Mención aparte merece la última parte dentro del último bloque, ya que se trata de una pieza que podríamos decir que está «fuera» de la obra. Más adelante explicaremos por qué.

En «Jardín Infinito» se puede disfrutar de toda la riqueza visual del cuadro del Bosco de una manera nunca antes vista. Pequeños detalles de la obra original son proyectados a una escala gigantesca. Realmente es una nueva visión de «El jardín de las Delicias» donde se multiplica la ambigüedad, la capacidad sugerente de la imagen, donde nada es lo que parece y cada pequeño detalle parece cobrar nuevos significados. En este aspecto, la música siempre se mueve en esa ambigüedad, tanto tímbrica como rítmica, melódica y armónica. En los pasajes donde aparece la armonía lo hace siempre de una manera ambigua, sin una tonalidad evidente. Todo aparece transformado, los timbres utilizados son en muchas ocasiones difícilmente identificables.

En sucesivas entradas iremos hablando de las diversas técnica y tecnología usadas para la composición de la pieza, y de cada uno de los bloques en detalle.

La videoinstalación Jardín Infinito se puede ver desde el próximo 5 de julio hasta el 2 de octubre en el Museo del Prado